Sus Sentidos Y Adaptaciones
Tienen un campo visual muy amplio y panorámico, incrementado
por la forma alargada de su pupila que les permite tener una visión panorámica
de unos 300° sin mover la cabeza.
Necesitan bastante tiempo para adaptarse a un cambio de
iluminación, y pueden percibir como un obstáculo algunas áreas muy iluminadas o
zonas con contraste de luz y sombra.
Pueden distinguir los cuatro gustos primarios: el dulce, el salado,
el amargo y el ácido. Los receptores para cada uno de los gustos se encuentran
localizados en partes diferentes de la lengua
Aunque su sentido de la visión tiene más importancia que el
de la audición, tienen una percepción auditiva fina, con la máxima sensibilidad
a los 8000 Hz, y son muy sensibles a las frecuencias altas (pueden oír
sonidos de frecuencias muy altas, de hasta 35 000 Hz). Localizan la
procedencia del sonido con una precisión menor que los humanos. Su pabellón
auricular es móvil y puede dirigirse hacia la fuente de sonido. Ciertos ruidos
agudos o poco habituales pueden generar una sobrexcitación en estos animales,
provocándoles estrés
Su sentido del olfato está muy desarrollado. Desempeña un
papel en la comunicación, y lo utilizan para reconocerse entre ellos. También
se comunican de mediante feromonas, producidas por las glándulas anales,
urogenitales, bucales o cutáneas, y pueden transmitir información diversa, por
lo general relacionada con la reproducción, y que van a influir en el
comportamiento de los otros animales que las captan a través de su órgano vomeronasal.
El comportamiento de los machos cuando perciben estas señales es
característico: levantan la cabeza, enrollan el labio superior y realizan una
respiración brusca, para que la mucosa nasal se impregne bien de las feromonas;
los machos detectan el estro en la hembra por olfacción de su región urogenital
o de su orina, y la actividad sexual de la hembra puede activarse por olores
del macho. Los olores también pueden permitirles reconocer a un animal
estresado.
En el tacto, distinguimos la sensibilidad táctil, la
sensibilidad dolorosa y la sensibilidad térmica. Las zonas más sensibles al
tacto son las donde la piel es la más fina: las mejillas, el cuello, el
nacimiento de la cola, el interior de los muslos, la ubre y la vulva. Los
receptores del dolor se encuentran en mayor número en el interior de las narinas
y en la base de los cuernos. La sensibilidad térmica les informa sobre la
temperatura ambiente, la humedad y la velocidad del viento.